Un camino que atraviesa lugares olvidados, donde la naturaleza recupera espacios que un día estuvieron habitados y llenos de vida.
Se parte del Refugio Bianchet, descendiendo por el valle de Vescovà a lo largo del sendero CAI 503, un tramo suave y sombreado donde el bosque se espesa y el sonido del agua acompaña cada paso.

Al llegar al fondo del valle, un breve tramo por la carretera de Stanga nos lleva hasta La Muda, donde un puente peatonal cruza el Cordevole. Con el torrente a la derecha, se llega a las cercanías de Torner y se cruza de nuevo el Cordevole, para luego retroceder unos minutos por la carretera principal hasta encontrar la entrada al sendero CAI 541, a la izquierda. Desde aquí comienza una antigua carretera militar; una estela rota con fecha de 1915 asoma entre los arbustos, como una voz que resurge del pasado.

La subida nos lleva a Roit, un pequeño pueblo casi completamente abandonado. Las casas en ruinas cuentan vidas olvidadas, y el silencio aquí es denso, profundo. Se sigue por el sendero CAI 541A, descendiendo hasta una bifurcación. Desde allí, se abandona toda señalización para seguir una senda no marcada hasta llegar a Noach, otra presencia silenciosa de un tiempo que fue.

El último puente sobre el Cordevole nos devuelve al Valle Imperina, un lugar cargado de historia y esfuerzo. Aquí ya se extraía cobre en época romana; en el siglo XV los documentos destacan su importancia; en el siglo XX, la actividad minera alcanzó su apogeo. Aún se pueden visitar galerías, hornos de fundición y una exposición que devuelve la voz a mineros e ingenieros.
El albergue, ubicado en un edificio del siglo XVIII que en su día fue dormitorio para los obreros, hoy acoge a viajeros cansados pero llenos de asombro.